MUNCH ONÍRICO




El fenómeno estético a veces se manifiesta con una intensidad poco común y en clave maravillosa. Ayer salió un artículo en el “Babelia” sobre Edvard Munch, con motivo de la inauguración de una muestra del pintor noruego en la Thyssen, que nos apresuramos a visitar un día de estos (por si fuera poco, ayer, al salir, vemos anunciada a lo largo de toda la calle otra del adorado Kandinsky; estamos de enhorabuena). El artículo, largo y sustancioso, recogía diversos fragmentos de puño y letra del artista. Me quedé con dos de ellos:

En un estado de ánimo
intenso
un paisaje ejercerá
cierto efecto sobre
la persona— al representar
este paisaje [la persona] llegará a
una imagen de su propio estado —
y esto— este estado de
ánimo es lo principal.

"Casa roja en la nieve", E. Munch

—El arte es la forma del cuadro—
nacido a través de los nervios—
ojo —cerebro y corazón—
del ser humano
El arte es la necesidad
humana de cristalización
La naturaleza es el reino
infinito del que
se nutre el cuadro—


Especialmente me llamó la atención el segundo: “La necesidad humana de cristalización. La naturaleza es el reino infinito”... Y supongo que, una vez suavemente digerido de forma inconsciente, muchas horas después tuve el sueño. Un amplio recinto cuadrangular en el campo repleto de vegetación. Un temporal de lluvia y viento agitando los altísimos árboles esqueléticos del fondo, el suelo tapizado de frondosas hierbas; aquí y allá grandes plantas de hoja sinuosa y un raro verde ceniza. La escena, observada dinámicamente, conformaba lo que solo puedo describir como un poema-cuadro en tres dimensiones. Porque el texto del poema, ininteligible, se dejaba oír, aunque tenue, lejanamente, entre el barullo del viento. Esdrújula visión: mágica estética onírica. Era como si, arrobada de belleza, la voz de la propia visión fuese dulcemente improvisando el poema, verso a verso. Y todo gravitando en su marco tridimensional, azotado por la lluvia y el viento, y todo a la vez eras tú mismo, suspendido y fascinado.




© José L. Fernández Arellano, 4 octubre 2015