Pasando por alto la solo correcta y pegadiza "You", George, en estado de gracia, nos ofrece un ramillete de temas suaves y melancólicos, de factura, instrumentación (la lista de colaboradores la encabeza un tal Billy Preston) y cadencia exquisitas, desde la impresionante "This Guitar (Can't Keep from Crying)" –referencia directa a su "While My Guitar Gently Weeps" del Doble blanco–, hasta portentos melódicos sin paliativos, comparables a aquellos con que nos habían abrumado años antes los mejores Lennon y McCartney, como "The Answer's at the End", "Tired of Midnight Blue", o la soberbiamente doliente "World of Stone". El álbum contiene asimismo algunas canciones de amor de dulcísima sencillez sin complejos, como "Can't Stop Thinking About You" o "Ooh Baby (You Know That I Love You)".
George hacía un lustro que se había separado de The Beatles y lo vemos de nuevo, como en su primera empresa en solitario, el majestuoso All Things Must Pass, sin amilanarse, elevado a la máxima potencia creativa, en toda su sensibilidad y su talento.
© José L. Fernández Arellano, 06 junio 2014
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