Portada de "Anna Livia Plurabelle", ed. Cátedra, 1992. |
Pero, ¿tan difícil es el libro?, preguntarán algunos. Cabe responderles: no es que sea difícil, es más infernalmente indescifrable que, pongamos, el propio Ulises de Joyce, las Soledades de Góngora y el Libro del Apocalipsis juntos. Según recoge el excelente artículo dedicado a Joyce en Wikipedia, el escritor y erudito José María Valverde, coautor de una Historia de la literatura universal, llegó a opinar: «Finnegans Wake es, seguramente, el libro de más difícil lectura que se haya escrito nunca». Y Umberto Eco no se quedó atrás: «Constituye el documento de inestabilidad formal y ambigüedad semántica más aterrador del que jamás se haya tenido noticia».
Solo con enfrentarse a la traducción de un breve pasaje, es fácil justificar tan radicales opiniones. Uno suficientemente significativo dentro de la obra, por ejemplo:
« You were dreamend, dear. The pawdrag? The fawthrig? Shoe! Hear are no phanthares in the room at all, avikkeen. No bad bold faathern, dear one ». (Final del Libro III).
Pero situémonos en contexto: el personaje de Jerry está teniendo una pesadilla, en la que su propio padre se le ha aparecido revestido de monstruosas proporciones; la madre de Jerry, la señora Porter, se percata del mal sueño de su hijo (no solo se percata, lo comprende, lo ve) y acude pronta a consolarlo, momento en que pronuncia dichas palabras.
A qué se enfrenta, pues, el traductor. Procedamos vocablo a vocablo. "Dreamend" (fonéticamente casi idéntico a 'dreaming') es uno más entre los miles de neologismos polisémicos que pueblan el idiolecto joyceano en esta obra. Dado que el autor no dejó guía o información detallada alguna al respecto, empezamos a suponer significados y, bueno, de momento, la cosa parece sencilla: se han enlazado 'dream' (sueño, soñar) y 'mend' (reparar, curar) o, más probablemente, 'end' (fin, terminar, destruir) . Seguimos suponiendo: "pawdrag" y "fawthrig", recogidos en alguno de los glosarios que estudian el Finnegans, por razones fonéticas, equivalen en primer lugar a los antropónimos Pádraic y Patrick. Ambos son en español Patricio, que viene del étimo latino "pater, -is": padre; no olvidemos en este punto que San Patricio es el patrón de Irlanda, patria de Joyce. Pero estos dos neologismos, por contexto y contenido, sugieren también sendos monstruos pesadillescos (recordemos que el personaje estaba soñando en su padre como un monstruo), lo que se aprecia más claramente en "pawdrag": 'Paw' (garra) + 'drag' (arrastrar), que en "fawthrig", palabro que sin embargo podría contener mayor número de resonancias fonéticas: 'fauces' (vocablo español que recoge el diccionario inglés), 'father' (padre), 'trigger' (gatillo), 'three' (tres) e incluso 'tiger' (tigre); una traducción cómica sería "gatillopatrifauces".
"Shoe!" recuerda fónicamente a la interjección que se usa para frenar a las caballerías en español; es además zapato, zapata, freno ('shoe', en inglés), y ¡fuera, vete! ('shoo!'), también en inglés. En nuestro idioma podría pasar a "¡Sooo!" o "¡Fuera!". "Phanthares" solo se entiende como contracción de 'phantom' (fantasma) y 'panther' (pantera). "Avikkeen" aparece en un glosario de gaélico en Finnegans accesible en Internet; significa "mi hijito querido". Y "faathern" puede que consista en 'father' (padre) + 'aethern(um)' (eterno, en latín), por lo que la frase pudiera contener una alusión atea. Etc.
Traducción libre de la secuencia: « Te estabas soñacabando, querido. ¿Era el padrarrastragarras? ¿El patrifauces? ¡Sooo! Oyeaquí ya no hay fantaspanteras en el cuarto, hijito mío. Se ha ido el malvado e insolente padreterno, querido ».
Finnegans Wake consta de alrededor de setecientas páginas, y ni una sola de ellas escapa a este desbocado hiperbarroquismo onírico.
© José L. Fernández Arellano, 19 sepbre. 2013