TRADUCCIÓN EN PROSA DEL POEMA “THE LISTENERS”
de WALTER DE LA MARE:
de WALTER DE LA MARE:
ESCUCHAN
–¿Hay alguien ahí? –gritó el
Viajero golpeando con el puño en el portalón iluminado por la luna.
Y su caballo, en el silencio,
mordisqueaba la hierba del bosque, entre los helechos.
Y un ave salió volando de la
torre que se alzaba sobre el Viajero.
Y llamó a la puerta por
segunda vez.
–¿Hay alguien ahí? –repitió.
Pero nadie bajó a abrir la
puerta al Viajero; nadie se asomó a la ventana rodeada de hiedra; nadie le miró
a sus grises ojos.
Y el Viajero permaneció
inmóvil y confuso.
Sólo le escuchaba una hueste
de fantasmas que moraban en la casa vacía y ahora, en la quietud del claro de
luna, escuchaban aquella voz que procedía del mundo de los humanos.
Y se apiñaban en los tenues
rayos de la luna, sobre la escalera que en la oscuridad desciende hasta el
desierto vestíbulo, sumamente atentos en el aire agitado por la llamada del
solitario Viajero.
Y él sintió en su corazón la
extraña lejanía y el silencio que respondían a su llamada, mientras el caballo
pacía el oscuro césped, bajo el dosel de follajes y estrellas.
Y de pronto golpeó aún más
fuerte en la puerta y alzó la cabeza:
–¡Decidles que vine y nadie
contestó! ¡Decidles que cumplí mi palabra!
Ni el menor movimiento
hicieron los que escuchaban, aunque cada una de las palabras despertó ecos en
las sombras de la casa silenciosa.
¡Ay! Y oyeron el ruido del
pie sobre el estribo, y de hierro sobre piedra, y oyeron cómo regresaba el
silencio al bosque a medida que se alejaban los cascos del caballo.
© Rafael Llopis Paret,
febrero 2011.
(Texto original:
THE LISTENERS
(1912)
‘Is there anybody
there?’ said the Traveller,
Knocking
on the moonlit door;
And his horse in
the silence champed the grasses
Of
the forest’s ferny floor:
And a bird flew
up out of the turret,
Above
the Traveller’s head:
And he smote upon
the door again a second time;
‘Is
there anybody there?’ he said.
But no one
descended to the Traveller;
No
head from the leaf-fringed sill
Leaned over and
looked into his grey eyes,
Where
he stood perplexed and still.
But only a host
of phantom listeners
That
dwelt in the lone house then
Stood listening
in the quiet of the moonlight
To
that voice from the world of men:
Stood thronging
the faint moonbeams on the dark stair,
That
goes down to the empty hall,
Hearkening in an
air stirred and shaken
By
the lonely Traveller’s call.
And he felt in
his heart their strangeness,
Their
stillness answering his cry,
While his horse
moved, cropping the dark turf,
’Neath
the starred and leafy sky;
For he suddenly
smote on the door, even
Louder,
and lifted his head:—
‘Tell them I
came, and no one answered,
That
I kept my word,’ he said.
Never the least
stir made the listeners,
Though
every word he spake
Fell echoing
through the shadowiness of the still house
From
the one man left awake:
Ay, they heard
his foot upon the stirrup,
And
the sound of iron on stone,
And how the
silence surged softly backward,
When
the plunging hoofs were gone.)